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Yo, siempre, tuve mariposas en la cabeza, al contrario de lo habitual que era tener pájaros. Creo que son mejores éstos últimos porque podían alegrar nuestras vidas con su música. Las mariposas sólo son gusanos que comen hojas. Mi cerebro era un gran neuronal de hojas bien verdes y frescas. Se alimentaban de él sin ningún remordimiento; se encontraban tan cómodas y confortables. Seguían su ciclo de engorde sin atender a las necesidades del entorno, como estaba programado, luego, se encapsulaban en el hemisferio cerebral que les eran más afín a su idiosincrasia, se aislaban del ruido de mis pensamientos y acabada su metamorfosis aparecían las hermosas mariposas, diversas y de latitudes diferentes. En el momento de la eclosión mi cabeza se sentía enfermar por los torbellinos de los vientos revueltos desencadenados por el batir de sus alas. En esos momentos se me apoderaba una sensación de languidez dolorida que eclosionaba como una flor y todas ellas salían volando en todas las direcciones de los puntos cardinales. Me quedaba vacía y sin alma . Salían de mi cuerpo sin la menor pesadumbre del daño causado. Apoyada en la pared, apenas con un hilo de respiración, y transida de distancia, sucumbía a los mundos ingrávidos y cadenciales de su vuelos, nadie me rescataba.
1 comentario:
Si quieres mantener secreto el blog, retira el libro. Cualquiera que teclee "Los gráficos de Almiya" en google, le saldrá ésta página sin buscarla.
Como me ha pasado a mí.
No la he leído. Mira tú si soy...
Un beso
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