
Melissa
Tarde enmarañada
cuánto claroscuro
el dolor semidifuso.
La música, ésa, que se escucha para pasar el tiempo
la taza vacía con los posos que no aprendí a interpretar
esta entretela del pálpito velado.
Miro por la ventana
el cielo ensaya sus colores del ocaso
hoy intuyo que se esmerará
no porque yo lo mire
es una tarde de diciembre
de un viernes largo
sin viajes
de camas con edredón, pero dormidas.
Este aire frío de casi invierno
transparencias de nada llenas
méceme en el rosa carne...
Suena la sirena, son las cinco,
los niños salen
fin de semana.
Publicado en noviembre 08
De una tortuga
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