Foto tomada en las calles de la ciudad amurallada de Rodas

He dormido poco y mal. Me suele pasar en verano, la falta de ritmo, la rutina desmadejada. He saltado de la cama con desasosiego; es una sensación rara, incómoda y que me cuesta nombrar, aunque tiene nombre propio y común, una especie de inquietud extraña.

Acabo de desayunar, nada especial, un café con leche endulzado con miel de eucaliptus y una tostada partida en dos trozos; una mitad pincelada con escasas gotas de aceite y decorada con queso fresco, la otra mitad con mantequilla Cadí. He encendido el portátil y no hay ninguna noticia de dios, ni de sus ángeles, ni de sus arcángeles. Creo que dios está de vacaciones. ¡Qué bien van los correos!, recibirlos, leerlos, responderlos, esto último me es un poco complicado porque me falta eso que hace que un correo esté lleno de oxígeno o de mar o de cielo o de vuelo..... una cometa cantando en el azul del cielo. Me llega el olor a mar y escucho a Aute (Dos o tres segundos de ternura), que curioso, si casi nunca lo escucho, he perdido hasta el gusto por los autores o cantautores o por la música en general y la mía en particular. Creo que estoy un poco deprimida, me pesa la vida y me pesan las NADAS tan tremendamente pesadas y grandes, pero a su vez sin materialización, densas, pero sin materia , no existe garra que las pueda deshacer, estrujar hasta sacarle la última gota de hiel.

Tengo que comprar, hasta la compra me pesa, la gente, el calor, el ratón que se esconde y el gato que no caza......Me sentaré en un banco del paseo y contemplaré el mar; te hablaré con palabras lapidariamente enmudecidas, respiraré sin poesía, miraré lejos y perdida, sin horizonte ni rumbo. Lamento tu ausencia a golpes de sal.

Se me hace tarde.