domingo, 17 de mayo de 2009


Eva Gonzalo


Eran blancas, como tus intenciones negras, que luego transformabas en doradas con el arte de la seducción. Claro, siempre había alguna mariposa desconcertada, ingenua; enferma de ausencias y ahogada de imaginación. Cuentan que en sus tiempos de desarrollo la depositó su progenitora en el cuadrante izquierdo de una pantalla de cine de barrio. La desdichada creció creyendo que el mundo era un lugar inmaculado porque en aquel cine sólo proyectaban películas románticas o con finales felices. Luego, con el paso de los años se refugió en ensoñaciones descabelladas y cada vez más alejadas de la realidad, se convirtió en un bote al viento.



1 comentario:

mara dijo...

Te deseo Paz.